sábado, 26 de mayo de 2012

Café la Dolce Vita: Mejor dulce que salado.

En el centro comercial camino de oriente, en el modulo B18 se encuentra ubicado café La Dolce vita,  un lugar que contrasta radicalmente con la turbulenta película de Fellini  de 1960 que lleva el mismo nombre, pues la tranquilidad de sus dos ambientes permiten disfrutar de un café y cigarrillos al mejor estilo bohemio en las mesas de afuera, o si lo  prefieren conectarse con sus laptops en el interior, en cualquiera de ellos se sentirán cómodos y bien atendidos, pues el servicio es oportuno sin llegar a sofocar.

El café en La dolce Vita es de los mejores que he probado en Managua, tiene esa característica de permanencia, de trascender más allá del paladar y conseguir ese efecto estimulante que para algunas religiones es considerado pecado, así que el capuchino que ordené llenó por completo mis expectativas.
Ordené, además del capuccino, un sándwich pesto, que lamentablemente no es el fuerte de la casa. El pan del sándwich era fresco, no así el pesto que carecía por completo del sabor y aroma penetrante de la albahaca y solo contribuyo a agregar colorido, el queso era memorable por su cantidad y no por su calidad, lo único rescatable fue el jamon virginia con un toque ligeramente dulce. Definitivamente acompañarlo con papitas Lays de bolsita no fue lo más acertado pues no concordaba con el concepto, que pudo ser interesante, pero el resultado final fue una verdadera desilusión.
Por visitas anteriores puedo decirles que los postres son muy ricos, definitivamente deberían concentrarse en esa línea solamente y dejar los platillos a otras personas.
Balance Financiero: Un capuccino y un sándwich pesto C$ 257.

viernes, 18 de mayo de 2012

Bar Justo Rufino Garay: Bohemian Rhapsody


Aquí el arte no solo se siente, se ve, y los artistas, más aún. Hablo del bar del Teatro Justo Rufino Garay, contiguo al parque Las Palmas.  Las combinaciones más estrafalarias de peinados y ropas armonizan muy bien con la decoración del lugar: recortes de periódicos, fotos de viejas presentaciones, vestuarios, y hasta los zapatos de Bob Patiño son los adornos que sobre salen en las paredes. Las mesas están pintadas de todos los colores y con fragmentos de poemas sobre ellas, las sillas  parecen de escuelita, grandes reflectores nos miran desde el techo.
 Al ambiente de bohemia se suma la música andina y el son nica con el que una banda anima la velada, tocan con pasión, con el alma en las cuerdas. Es cuando ellos descansan que empieza el otro  espectáculo,  dos clientes empiezan a acosar a la mesera, uno de ellos es un campesino tosco, el otro un “chico bien”,  los dos son unos misóginos, la mesera se cansa y los manda a la calle “La mierda apesta igual sin importar donde la caguen” les grita, todos aplaudimos,  son los estudiantes de teatro que acaban de montar una obra.
Cuando el hambre aprieta es hora de ordenar unas tajadas con queso y dos ranchitas, el menú no es muy variado… tampoco es el mejor del mundo, y las tajadas con queso eran más bien “olvidables”, pero al Justo Rufino no se llega a comer, no es para eso que estábamos allí, bastaron con las cervezas bien frías, 4 mini obras de teatro improvisado y las canciones en vivo que todos nos sabíamos y que en un momento empezamos a corear.
Balance Financiero: Entrada C$ 30, cervezas C$ 25, Tajadas con queso C$ 40.


sábado, 12 de mayo de 2012

Casa del Café: Víctima Comercial.

Que un negocio al momento de crecer y abrir nuevas sucursales, logre transmitir su esencia debería ser la prioridad para los dueños de establecimientos de servicio.Un caso interesante, que no sabe el secreto, es casa del café, pues su local de Altamira contrasta radicalmente con sus hermanos de centros comerciales. Si bien es cierto los estándares de servicio son los mismos, el menú es igual, y los precios se mantienen, los locales de los centros comerciales sucumbieron ante la visión mercantilista de la expansión, ofreciéndonos una imagen prefabricada que contrasta radicalmente con la versión más íntima y artesanal que le precedía.
La casa del café, en su versión de centros comerciales,  dejó de ser un lugar para detenerse a conversar, leer algo o simplemente tomarse un descanso, la nueva decoración y el servicio tan urgido, parecen una invitación a comer rápido y marcharse para dar paso a los nuevos clientes que esperan poder usar  tu mesa.
Esta sensación no se percibe en su local de Altamira, el original, pues la idea de estar en una casa de finca, rodeado de plantas, al aire libre, no ha sucumbido ante las técnicas de mercadeo aplicadas en los malls, y espero nunca lo haga.
La calidad tampoco es la misma, salvo el chesse cake que ahora está más esponjoso y más rico, los demás platillos han decaído considerablemente y ni mencionar la calidad del café, que está bastante lejos de ser el de la referencia que fue en otros tiempos.

Balance Financiero: un cappuccino, un latte y un surtido dulce C$ 168.00

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